Colores que perduran, piezas que cuentan historias

Todo comienza con un delicado polvo de vidrio, tan fino como el color mismo, que se esparce sobre el metal como si se tratara de una pintura. Cada tono es elegido con intención, cada trazo hecho con paciencia.

Luego, las piezas entran al horno, donde el fuego —a 820 °C— transforma el vidrio en una capa brillante y permanente que se funde con el metal.

Al salir el lado del cobre que no ha sido esmaltado, se lija, se pule y se barniza, protegiendo al cobre del tiempo y del aire, para que sus colores no se desvanezcan.

Así nacen estas piezas: únicas, hechas a mano y listas para contar su propia historia.

Porque hay cosas que no solo se crean con las manos, sino también con el alma.

A tener en cuenta

Para mantener el brillo y calidad de tus joyas, te recomendamos una limpieza periódica utilizando una mezcla de agua tibia y detergente de cocina (lavalozas), frotando la pieza con un cepillo suave, enjuaga bien y seca con un paño.

NO APLIQUES alcohol, perfumes u otros productos directamente sobre las joyas.